Coco

Coco

Mis queridos seres míticos. De nuevo yo con una reseña, o casi. Sé que es extraño porque la escuela ha comenzado y se supone que no debería pasarme por estos sitios. Pero lo cierto es que, pese a la escasez de tiempo, siempre procuraré seguir haciendo lo que más me gusta: comentar libros y películas con y para ustedes. Pero bueno, entremos en materia que he de hacer una reseña que he deseado escribir desde hace mucho tiempo y no me había animado hasta el momento. En unas líneas más sabrán por qué. Como el título lo dice, esta entrada va de mi punto de vista sobre una película que ha cautivado a cientos de miles en todo el globo: Coco.

Comenzaré diciendo las cosas que más me gustaron de este filme. En primerísimo lugar, desde luego, están la animación y la fotografía. Se nota que los directores pusieron empeño en diseñar cada cuadro para que saliera perfecto. Desde los colores hasta los detalles, Coco es una película tremendamente bien planeada en términos visuales, cosa que se agradece como espectador. A este respecto no tengo nada de qué quejarme. Lo que es más, puedo agregar a las tres cosas que más me gustaron de la película también el color ya que acompaña a la visualización y forma parte principal de la fotografía a la hora de observarla.

La historia creo que fue bien escogida. ¿A qué me refiero con esto? Pues bueno, todos saben el gran fanatismo que tengo por esa fecha :2 de noviembre, día de muertos. Creo que no hubo otra mejor qué desarrollar. Además, el desgloce generacional que respalda la vena artística suprimida de Miguel creo que, para el público al que está dirigida, es algo relevante. Quizá a muchos no les ha pasado, pero otros siempre han tenido ese sueño oculto de ser cantantes o artistas y de alguna manera sus propias familias son los primeros críticos que no los apoyan. Me parece que Miguel es ese factor, uno que incluso se puede proyectar en los adultos que pudimos ver el filme. Esto es algo que me ha gustado mucho. Al menos para un niño que ve esa película, la idea de "seguir sus sueños y esforzarse por ellos", creo que es un punto positivo a enseñar a las nuevas generaciones. 

En este párrafo es donde comenzaré a destrozar un poco la película y, por ende, a quejarme de las cosas que no me han fasinado al respecto. Quizá muchos ya se imaginaban que mi primer punto en contra sería la música. Ni más ni menos. El soundtrack original, la canción de Remember me me pareció en serio muy buena, o por lo menos la versión acústica que canta Miguel al final para su abuela Coco. Además de la escena entrañable, la canción suena muy bien y tiene una letra que me ha encantado, más que cualquier cosa, por su mensaje. No habla de un amor romántico, no habla de un amor imposible entre dos personas adultas que quizá involucren sexo a la larga. La canción es sobre un amor básico que sólo se entiende cuando se tienen hijos (biológicos o adoptivos). Nada se va a comparar a verlos crecer y caerse, a ver sus logros y sus fracasos. Eso es lo que Héctor expresa en esa canción. No hay deseo, no hay afecciones que terminen con besos en los labios. Es un amor puro de un padre hacia su hija en el momento de una partida involunatria para buscar algo mejor. Es sólo eso. Y creo que esa simple canción hizo que a todos se nos pusiera la carne de gallina en un intento de no llorar. Un aplauso a esa canción. 

Pero en contra parte, tengo otra canción que, personalmente y por mi cultura, es un ícono que vi ofendido en esta entrega. Me refiero nada más y nada menos que a La llorona. Yo la conozco en voz de Chavela Vargas y es simplemente magnífica. Esa mujer no tenía la mejor voz pero el sentimiento hace de la melodía una digna de ser conocida. Es por eso que, lo que hicieron en la película, me ha ofenido personalmente a mí también. Sé que muchos dirán que lo mejor es modernizarla para que comience a gustarles a las nuevas generaciones pero mi pregunta en respuesta a eso (aunque sea de mala educación) es: ¿por qué no mostrarles nuestras raíces tal y como son? ¿No es mejor que se enamoren de lo que es nuestra cultura a que la conozcan por medio de una distorción terriblemente mala? En lo personal, creo que la Llorona original hubiera sido mucho mejor. Sería más México que ese intento de pop que procuraron poner.

Lo que me lleva a más quejas respecto a este evento. Aquí abro un paréntesis para aclararle a mi compañero de clase (él sabe quién es y no pondré su nombre porque no es tan importante para ello) el por qué creo que plagiaron al Bifrost. Pues bien. Creo ferbientemente que las personas encargadas de hacer esta película investigaron mucho sobre mi cultura. Sí, MÍA. Pero no hicieron suficiente. Tengo varios ejemplos para darme a entender. Comenzaré con el puente de cempasúchil. ¿A alguien más le pareció el Bifrost de Thor? Mi cultura dice que esa flor nos acercará a nuestros muertos pero, ¿no era mejor visto, como mexicanos, habernos limitado a hacer que los muertos aparecieran en el cementerio gracias a la planta? Y, en todo caso, si dejamos eso para que sea vistosa la película, ¿cuándo en su vida han visto en México -y en cualquier parte del país -una estación central tipo la Grand Central en Nueva York? ¿Dónde rayos metieron a Mictlantecuhtli? ¿Desde cuándo el mitlan -inframundo nahua -está tan modernizado que cuenta con scaners de huesos? ¿Dónde rayos está mi cultura en todo eso? Yo sólo veo una extención más de Estados Unidos metiendo sus narices en México. Para demostrar mi punto tengo otra, si quieren la última para no extenderme demasiado en quejas, prueba de que Hollywood se perdió mucho en el camino hacia mi cultura: la ciudad a la que llega Miguel. Eso parece las Vegas. Eso parece incluso las favelas en Brasil. Todo menos un pueblo pequeño o una ciudad grande y real en México. No parece, ni siquiera, un cielo general y sin religión alguna. Este aspecto parece mínimo, pero a mi ver dentro de él se pudo mostrar más de mi cultura.

Ya casi para terminar, sólo me queda hablar de lo que sí se puso. De los maravillosos, mágicos y a la vez venerables nahuales -nuestros guías espirituales al mitlan -, o de Frida, que fue maravillosa (aunque no la retrataron con sus dolencias, mismas que la hicieron todavía más increíble). Dentro de todo, de todas mis quejas, se agradece enormemente que una persona extranjera se haya tomado el tiempo de investigar y crear algo que muestre al mundo un poco de lo que nosotros somos. A veces los mexicanos mismos no notamos lo mucho que tenemos y necesitamos que alguien más nos preste atención para volver la vista a lo que siempre ha sido nuestro. Es triste pero es cierto. Así que, dentro de toda mi queja, agradezco que hayan levantado una celebración que comienza a olvidarse lentamente.

Así, no me queda más que recomendársela a todos. A los que tienen hijos y a los que no. A los que son de México y los que son extranjeros. A todos aquellos que quieran una maravillosa aventura con un poco de cultura que jamás nos hace daño. Si tuviera que calificarla con calaveritas, creo que le daría cuatro. Así de buena está pese a mis quejas. 

Saludos enormes,



Bloggscritores 5 y 6

Bloggscritores 5 y 6

Mis queridos seres míticos. Con esta entrada terminamos la iniciativa de Bloggscritores. Es por eso que hemos dejado las últimas dos entradas para este momento, además de por varios problemas que se nos presentaron a la mayoría de las participantes el mes pasado. Por lo demás, como cada mes desde hace seis (parecen menos) aquí estamos, algunas con más retraso que las otras pero al final todas publicando con el fin de entretenerlos un poco y dar nuestros blogs a conocer. 

¿Qué puedo decirles sobre esta iniciaitva? Principalmente, que me ha encantado, que me ha hecho ver el otro lado de la moneda. Nosotros siempre estamos intentando calificar los textos que llegan a nuestras manos, esta vez fue nuestro momento de ser las creativas, de poner el cerebro en marcha y ser, aunque fuera por un momento, medianamente juzgadas por nuestros lectores. A todas mis compañeras les agradezco enormemente su participación, sus ganas y su entrega, sus maravillosos escritos. Porque, creánme que los leí todos aunque no todos los comenté por falta de tiempo. Lo más seguro es que haga una segunda lectura y procure comentar en esta ocasión. 

Sin más qué decirles, me dispongo a mostrarles mis dos últimos relatos, mismos que espero sean de su agrado. Para estas dos últimas palabras tenemos: VIDA y ESPERANZA. Diviértanse.

Luz

Una esfera. Había comenzado siendo una pequeña esfera que se volvieron dos y luego tres. Eso le gustaba. Comenzó a contarse, a sentirse y pensarse, a hacerse parte. No había nada mejor que ser algo, pasar de ser nada, pasar de ser átomo, a ser ese algo sin forma que ya se identificaba como un eso. Él era un eso. Era el primero de los esos. Estaba completamente seguro pese a que en realidad no podía estarlo. ¿Qué tal si no era un eso, qué tal si era un todo? No se lo cuestionó en ese momento, no pensó en nada porque en realidad no podía pensar absolutamente nada. Era simple materia, una que creía ser, pero quizá simplemente no era. No se podía observar, no se podía pensar, pero creía que existía. Era, definitivamente, un eso.

Un día comenzó a pensarse. No podía sentirlo, pero sí podía pensarse. Estaba seguro de que podía hacerlo. De que no se veía, de que no se sentía, pero que se pensaba. Que era materia, aunque fuera gris, pero materia al fin. Eso y una cola, una especie de extensión extraña que lo había aydado a llegar al sitio donde se encontraba en ese momento, mucho tiempo antes de ser eso, cuando era un simple aquello sin estar completo. Ya se completaría solo. Ya lo haría como los otros esos que le hablaban tranquilamente. No es que pudiera escucharlos o que sintiera sus vibraciones a través de su lugar seguro, pero tenía la certeza de que le hablaban. Una certeza ciega, una fe que ninguna religión podría definir, identificar ni igualar nunca. Era un eso que pronto comenzaría a ser algo, como el resto.

Poco tiempo después, en algún momento sin que se diera cuenta cuándo, comenzó a sentir aunque no sabía lo que era sentir. Era como si de pronto tuviera un ser, tuviera un aparato con qué sentir. Era redondo. Pero no exactamente redondo. Era redondeado en algunos puntos, era medianamente más grande que su masa original. Estaba donde su cola había estado. La recubría, la protegía. ¿Tan valiosa era que necesitaba protegerla? Eso parecía. Sin duda era necesario. En su cola estaba su yo, su eso. Definitivamente era importante. ¿Era su cola lo que lo hacía sentir? ¿O era su masa gris? Quizá ambas. Intentó pensar, por primera vez, y pudo darse cuenta de las cosas. Los algos fuera de su lugar seguro le llamaban. Podía ver las sombras pasar sobre su lugar seguro, obscurecer por momentos la semipenumba. ¿Veía? ¿Estaba seguro que veía? Parecía que sí, eran esos orbes frente a su masa los que le daban el poder de observar todo eso a su alrededor. Se concentró en eso, en aprender formas, en ver sin colores, en comenzar a pensar. 

Se observaba las manos a través de la espesa penumbra. Eran estrechas, como de rana. Incluso a eso mismo le daba algo de asco, algo de preocupación, las membranas que unían una falanje conla otra, que las mantenían en forma, siempre cerca y a una distancia considerable. Membranas, eso era todo membranas y él mismo lo sabía. Era todo flujos, todo pedazos, todo materia gris y espinazo. Todo partes superpuestas mientras el tiempo pasaba. Pronto comenzaría a ser un algo. Eso estaba seguro.

Un día sintió hambre. No sabía lo que era el hambre, pero sabía que lo sentía justo frente a su espinazo, a su cola, debajo del enséfalo. Observó la conexión que lo unía a su algo portador. Era su Algo. Y, como si alguien leyera sus recientes pensamientos, el conducto comenzó a fluir, a llenarse de alimento -fuera lo que eso fuera- y a saciar un apetito que no sabía cómo clasificar. Y al siguiente momento escuchó. Era una voz profunda y grave que resonaba por todo su lugar seguro. Tenía un ritmo particular, una tonada que le gustaba, con notas superpuestas y afinadas, siempre afinadas. A Eso le gustaba ese sonido, esa voz profunda y por momentos rasposa. La catalogó como un Algo externo. Un Algo que aseguraba en los momentos más obscuros dentro de su lugar seguro que lo protegería siempre. No comprendía el motivo pero Eso se sintió completamente seguro ante esa voz. Además estaba su Algo portador. Una voz más aguda, menos penetrante. Esa voz se escuchaba como si la tuviera dentro, lo hacía vibrar entero cada que se presentaba.

La obscuridad y la luz se alternaban en su semipenumbra. Las voces de los Algos iban y venían. Catalogó a su Algo portador y a Algo protector como cercanos mientras que el resto de Algos iban y venían sin ton ni son, siempre tocando su lugar seguro. ¿Es que su Algo portador no les ponía límites? Era como si quisiera que todo el mundo lo conociera, como si estuviera orgulloso de su existencia. Porque sí, ahora podía existir y sentirse bien al respecto. Existía y pronto dejaría de ser un eso para convertirse en un algo. Sabía que lo haría, aunque no comprendía el como.

Un día, sin avisar, luego de cambios y más cambios, de aumento de peso, de voces extrañas que sólo se escuchan una o dos veces durante determinados momentos, eso lo siente. La primera en percibirlo, claro, es Algo portador. Se quejó de dolor mientras eso corroboraba desde su lugar seguro que se había puesto en movimiento y temblaba cada tanto. Sin duda Eso tenía tanto miedo como Algo portador, pero ambos tuvieron que ser valientes. Mientras el evento ocurría, Eso se dio cuenta de un aspecto importante. Dolía. Todo a su alrededor dolía. Era como si su lugar seguro sufriera y eso sufriera junto con el lugar. Se quejó, pateó e hizo un esfuerzo enorme por salir. Quizá el lugar seguro estaba enfermo. Tal vez lo razonable era salir y buscar otro sitio mejor. Con toda la tristeza del mundo, la pesadez de los miembros que no podían ser todavía controlados y un miedo irracional a lo que fuera que estuviera afuera, Eso se dispuso a empujar con sus piernas casi recién adquiridas. Y se percató de una cosa. Afuera le esperaba la vida, y lo más seguro es que sufriría hasta no quererla más, que le dolería física, emocional y mentalmente. Tuvo la seguridad justo en ese momento que era sólo el inicio. Que le esperaban pesares, hambrunas, desvelos, enojos, intentos de distracción. Pero también le esperaban alegrías, sonrisas fáciles, miradas significativas y a veces definitivas, le esperaban amores, ver a sus hijos crecer, realizarse como Algo dentro del mundo.

La vida. Tras esa luz que ya se avecinaba mientras sus pequeñas piernas daban el último empujón con toda la fuerza posible, Eso tuvo la certeza de que de eso se trataba la vida. Que eso, definitivamente, era vivir...


FIN.


Mi amiga Pan

Pan fue lo primero que vi al salir. Se puede decir que fue mi primera amiga real pues mis hermanos simplemente se limitaban a existir a mi lado. Mira que vivir tanto tiempo dentro de una jarra no es divertido. ¿Has intentado estar dentro de esas cosas? Huele a humedad, a moho y años de abstinencia de todo. Estar ahí dentro era un caos entero. Muchos dicen que es peor que el Tártaro mismo. Supongo que debería preguntárselo a Kronos para estar segura. Pero no es el tema. El punto es que esa jarra era terrible y debía agradecerle a Pan en su momento, o lo habría hecho de haber conseguido la libertad. Aunque tampoco es que tuviera demasiado tiempo de hacerlo. En un momento la jarra estaba sin tapa y todos mis hermanos se empujaban entre sí para ser los primeros en salir. Es por eso que yo tuve que quedarme. Todos me lanzaron atrás, incluso mi hermana gemela. Simplemente tomó sus cosas y se largó sin mirar atrás. Para cuando me di cuenta de nada Pan había puesto la tapa de nuevo y yo me había quedado completamente sola dentro. 

Al principio supongo que fue divertido. Tenía la jarra para mí sola. No había necesidad de discutir por espacio y ni hablar del caos de emociones que podía haber cuando todos estábamos despiertos. Fue más sencillo, mucho más sencillo. Así que los primeros 500 años se me pasaron como agua. Me entretuve de lo lindo viendo los espacios de mis hermanos, los estragos que habían dejado en sus paredes personales, sus recuerdos plasmados en los laterales de la jarra. Fue emocionante, incluso. Era mi sitio. Como ya dije, de haber tenido oportunidad, le habría agradecido a Pandora, pero apenas y pude verle las pestañas.

¿Que cómo es ella? Bueno, supongo que ha cambiado con los milenios pero al menos yo recuerdo que era baja, cabello entre castaño y oscuro, ojos enormes de pestañas gruesas y llamativas y una cara de tonta que no podía con su alma. Es por eso que abrió la jarra. Si quieres que alguien eche algo a perder dile que no lo haga. Nunca falla. Pan lo demostró.

Pero hablábamos de mis años en soledad. Volvamos al tema. Decía que los primeros 500 años fueron maravillosos. No había ruido. No estaban mis hermanos gritando por todo. No había nadie feliz hasta la locura, o molesto hasta el cansancio y ni hablar de los depresivos hasta el hueso. Era un silencio absoluto que yo podía romper a placer o mantener durante eones. Puedo decir que ni siquiera los echaba en falta. Me alegraba de que ellos estuvieran fuera, de que tuvieran una vida con los mortales y todas esas cosas. Seguro que se divertían atormentándolos, haciéndolos cambiar de opinión, recurriendo a las cosas más básicas para contradecirlos a sí mismos. Justo pensaba en eso cuando la segunda mitad de mi primer milenio llegó a la jarra. ¿Qué tal si se estaban divirtiendo demasiado? Yo ya había visitado todos los murales, todas las pertenencias restantes de mis hermanos; no tenía nada más en qué entretenerme dentro de la jarra. Comenzaba a envidiarlos. Quería salir y ver lo que ellos veían. Quería conocer a los mortales y atormentarlos también. De pronto la jarra me parecía claustrofóbica. Quería salir, sentir el aire, oler las cosas. No me importaba si los mortales eran desagradables, quería conocerlos. Lloré muchas veces, lo admito, sobre todo porque podía escuchar voces llamándome a gritos desde fuera. Eran los mismo mortales que me pedían como si necesitaran más de mí que de mi gemela. ¿Podía ser eso posible? No lo dudaba. Ella, para los mortales, era vana, era simple, era sencilla. Me aclamaban a mí. Y sin embargo, yo no podía dejar mi recinto. Luego de que Hefesto la creara, Pan me dejó sola para siempre y no volvió a abrir mi prisión. Imploré a Zeus por ayuda, mas se negó en redondo a escucharme y, si lo hizo, me ignoró olímpicamente. ¿Entendieron el chiste? Bien, sigamos.

Con el tiempo me fui acostumbrando a la oscuridad, a la soledad nuevamente. En algún punto de los años simplemente me acostumbré a escucharlos en la distancia, a separar los lamentos de las oraciones. Una puede escuchar demasiadas cosas, demasiados pensamientos, pero todos se reducen a las mismas ideas. Los mortales tienen la felicidad sin darse cuenta y se niegan por completo a observarla de frente. E incluso cuando lo hacen le temen en grande. Así que me piden a gritos, como si todavía quisieran buscarla. Se ciegan de manera voluntaria y fingen que no ven a mi hermana para poder llamarme en la distancia. A veces me pregunto si no estarán todos locos. Ella está ahí, afuera junto con el resto. ¿No creen que a la felicidad es un mal? Quizá en un inicio no lo es, pero se ha convertido. Es eso que todo mortal persigue pero que pocos se atreven a tomar en sus manos. La felicidad los aborda y ellos le dan la espalda para seguir sufriendo. Sí, prefieren a otro de mis hermanos. Es como si Zeus en persona les hubiera dicho que ese era su destino, que eso era lo justo. ¿Será realmente lo justo? Quizá no. Quizá simplemente es lo nomral para ellos. Mis hermanos han estado tanto tiempo a su lado que ya no saben ubicarlos y diferenciarlos. 

Pero he desvariado mucho en todo esto. Ni siquiera les he dicho mi nombre. Lo haré por el mero placer de pensar que alguno de ustedes es, pequeños mortales, lo suficientemente inteligente para reconocerme. Mi nombre es Elpis y los sigo esperando, a todos esos que me invocan e imploran, a todos los desesperados. Sigo en la misma jarra, en el mismo sitio en donde, tal parece, siempre estaré.

FIN.

¿Qué les parecieron mis divagaciones? ¿Les han gustado? Yo me he divertido mucho escribiéndolas pese a que me ha costado un montón desarrollarlas. De ahí el retraso. Lo siento muchísimo. Igual espero que ambos relatos hayan compensado la demora. De momento es todo de mi parte. Como siempre, espero verlos en los comentarios y que me digan si les parecen bien o si debo mejorar ciertos aspectos. Y recuerden pasar a los blogs de mis compañeras de aventura:


Saludos enormes,


El castillo de Otranto

El castillo de Otranto

Autor (es): Horace Walpole
ISMB: 978-847-7025-917
Género: Gótico, tantástico
Editorial: Valdemar
Número de páginas: 227 páginas.
Saga: No.
Sinopsis: El castillo de Otranto es considerada la novela que da inicio a la literatura de terror gótico, dando paso a un género literario que fue muy popular a finales del siglo XVIII y principios del xix. La primera edición de esta novela se presentaba como una traducción hecha a un texto impreso en Nápoles en 1529 y que fue descubierto en la biblioteca de una antigua familia inglesa, el cual derivaba de una historia aún más antigua, datada en la época de las cruzadas. A partir de la segunda edición se empieza a reconocer a Walpole como autor del mismo. El castillo de Otranto desarrolla los hechos en la Italia medieval, y nos presenta la historia del tirano Manfredo, cuya familia arrastra una maldición desde que su abuelo robara el poder del castillo a sus legítimos dueños.


Mis queridos seres míticos. El día de hoy vengo a ustedes con un libro clásico que me crea enormes contradicciones a la hora de recomendárselos. ¿Por qué? Bueno, ya lo averiguarán más adelante. Pero comencemos a ir por partes para dar estructura a estas ideas. De lo contrario, no tengo la seguridad de cómo va a terminar esta entrada. Aviso que, por cuestiones de tiempo no me he podido sentar a escribir penúltima entrada de Bloggscritores pero prometo que la tendrán antes de que finalice la semana que comienza. Entonces, vamos a eso.

Comenzaré por decir que es uno de los primeros -sino es que el primero -libros góticos conocidos. Ni más ni menos. Hasta el momento El castillo de Otranto lleva ese título nobiliario. Pero, ¿qué lo hace un libro gótico? Pues bien, en primerísimo lugar, el entorno. Este libro me gusta un tanto por eso. Desde el inicio se nos presenta un ambiente oscuro, misterioso y preocupante. Por alguna razón yo me lo imagino un poco en algún pueblo de Inglaterra donde hay un castillo enorme siempre rodeado de niebla que entorpece la visibilidad y se traga la luz del día. Además, tiene ese ser mágico que uno nunca ve y que, de ver, es inexplicable. Aquí, principalmente, me parece que es donde recide su temible goticidad (dudo que exista esta palabra).Hoja a hoja su autor nos pinta un lugar siniestro en el que fácilmente se puede creer que exista la magia. No hay manera de perderse, no hay manera de salirse de ese mundo en que Walpole nos hace vivir con poca pero buena descripción. Aquí aclaro que no tiene una fotorgrafía épica, que sus escenas no contienen pelos y señas -como decimos en mi país -sobre los aspectos físicos de cada personaje; pero es un hecho que el autor concentra su atención en darnos pistas y describir situaciones que ayudarán en el desenlace del misterio..., si es que se considera resuelto para muchos de ustedes. 

Ahora bien, sobre los personajes es donde siento que tengo un poco de problemas. En este momento, en este 2018 en que vivimos, podemos considerarlos demasiado cliché. Son los clásicos personajes que hacen las cosas esperadas dentro del "guión". Pero el asunto es este: El castillo de Otranto ES el arquetipo. Todo lo que ahora consideramos cliché salió de este libro. Pensándolo de esa manera, en que antes de este no había otros textos cuyos personajes reaccionaran así, me pienso dos veces la perspectiva de prejuzgarlo como cliché. Es un poco complicado, lo admito, pero una vez que uno procura sacarse todas esas ideas preconcebidas puede percibir los inicios de un género que ha sido, desde hace mucho tiempo, leído por tantos al rededor del mundo. Es aquí donde las actitudes de los personajes se tornan algo más llevadero, algo más normal y, dentro de todo, arquetípico. Incluso, si no quieren tomarse el tiempo de imaginar que no han leído nada igual, de borrar de su disco duro todo lo aprendido; les recomiendo que lo vean como el paciente cero, que también se vale. Vean de dónde salió cada aspecto que vieron en tal o cual libro que le siguió en la historia. De esta manera es sencillo entender los desmayos de las damas ante situaciones alarmantes, los encuentros del destino que son muy oportunos para la trama y las ausencias o apariciones propiamente reguladas. 

Ya casi para terminar, porque esta reseña será tan corta como el libro mismo, quiero tratar el tema de su lectura. Desde la forma de leerlo, que es sencillísima y no tiene pierde (excepto en una que otra palabra arcáica que uno ha de buscar para ubicarse en tiempo y espacio), hasta el hecho mismo de que es tan corto que yo, al menos, lo leí en mi camino a casa de dos horas desde la escuela. Simple y sencillo. Es una lectura ligera, dentro de todas las "complicaciones" que se le puedan encontrar. No se necesita invertir demasiado de tu día en este escrito maravilloso para enterarte de todo el novelón que Walpole tiene para nosotros.

Terminando con este post, le recomiendo el libro a todos aquellos que quieran una aventura que preocupe desde sus primeras hojas, a todos los que quieran un clásico de los pies a la cabeza. Eso sí, les repito que han de tener en mente que mucho de lo aquí escrito son cosas que probablemente, como lectores, hemos leído en otro lado. Pero, lo más relevante a mi ver, es leerlo con esa idea de que este fue el primero en su clase, que tienen ante sí al pionero de muchas historias que disfrutamos en la actualidad. Como pueden ver, para este siglo, Horace Warpole nos dio un libro que se vende más por el romanticismo de su pasado y origen que por las primicias que puede aportar. No por esto significa que no valga la pena, se los garantizo. En fin, se lo recomiendo a todo el que quiera saber del origen de las historias de miedo y misterio y los reto a que descubran cuáles de sus autores favoritos también tuvieron en algún momento de su vida (y quizá alabaron a Warpole como nosotros lo hacemos con ellos) un ejemplar de este autor.

Saludos enormes,