Bloggscritores 4

Mis muy queridos seres míticos.

Soy yo de nuevo con una entrada más de esta inciativa que nos ha llevado a todas a descubrir talentos que no pensamos que tuviéramos. Al menos yo no lo pensaba. ¿Se están divirtiendo hasta el momento con nuestras hisotiras? Porque nosotras estamos de maravilla escribiéndolas. ¿Cuál ha sido la que más les ha gustado? ¿Ya se han pasado a los blogs de mis compañeras a leer sus historias. Porque yo, con toda franqueza, no había podido hasta hoy. Es por este motivo que vengo con cuatro días de retraso a postearles la entrada. Como sea, para los que no se han pasado a los otros blogs a ver las historias, aquí les dejo los links:


Algunas de ellas están en pausa y otras como yo llevan algo de retraso. Conforme los meses avanzan esto comienza a ser algo más complicado. Pero aquí seguimos, al pie del cañon, siempre intentando traerles lo mejor de nuestro trabajo para ustedes. Y pues, bueno, no tengo más qué decir excepto que este mes la palabra me ha tocado a mí: IMPARABLE. No hay una razón concreta para esta palabra, sólo que me ha gustado. Espero que les agrade mi escrito y, bueno, sin más qué decir, aquí les dejo mi historia y les recuerdo que se pasen a las de mis compañeras.


Not old... just older...

Benjamín miró por la ventana. La tarde caía y estuvo seguro de que ya nadie iría a visitarlo. Esa sería la cuarta semana seguida que su familia lo olvidaba en ese maldito lugar de mala muerte, completamente solitario, sólo rodeado por vejestorios igual que él, gente inútil que ya ni siquiera servía para causar lástima a sus familias y que estas, por fin, pudieran ir a cumplir y entretenerlos (sacarlos de la rutina) una mísera hora. El horario de visita tocaba a su fin y el viejo estuvo bien seguro que nadie llegaría de último momento, implorando por verlo. Había dejado de ser importante o relevante. Su familia prefería esos aparatejos que los mantenían a distancia entre sí. ¿Es que no se daban cuenta que el avance del tiempo era imparable? No había manera de detenerlo. Eventualmente ellos se verían como él mismo y se encontrarían a la larga extrañando y necesitando ese afecto que ahora rechazaban.

Benjamín se miró al espejo y no pudo reconocerse. Quizá por eso su familia ya no lo visitaba, porque ya no era la misma persona Se dio cuenta de que ya no era ese hombre divertido y sarcástico que había sido en su juventud, ese que había enamorado a su esposa. Ya no sonreía con frecuencia. O lo que era peor, ya no encontraba motivos para hacerlo. ¿Cómo es que había cambiado tanto con el tiempo? Él que había sido intempestivo, que había sido imparable como el mismo tiempo, de pronto se había convertido en eso que se juró jamás ser. Suspiró contra la superficie reflectante, dejando una marca de vaho que distorcionó su propio reflejo de anciano amargado. 

Recordó mejores días. Esos momentos en que no le importaba el dolor y hacía cosas. ¿Había llorado cuando se fracturó los dos brazos al andar en patineta y caer por unas escaleras? No. ¿Había tenido miedo cuando su padre, a los 12 años, lo enseñó a surfear? Quizá un poco. Pero todas esas cosas no lo pararon entonces. Siempre fue el joven Benny que se tragaba el pánico y se ponía en marcha. Incluso recordaba el día de su boda, ese temblor en las manos y la capa asquerosa de sudor sobre el labio. Ni siquiera en ese momento, ni siquiera ante toda esa gente, reculó un poco. ¿Qué había pasado con él? Que se volvió viejo. Ahora ni siquiera podía caminar por su propia cuenta. Debía usar andadera o dejar que una enfermera lo arrastrara por el deprimente asilo en una silla de ruedas. No quedaba nada de ese hombre que procreó al mayor de sus hijos en el callejón trasero de un bar. 

Se observó el el espejo. Acabado. Con las mejillas arrastrando y los ojos opacos y ocultos debajo de los párpados aguados. 

Fue en ese momento que tomó la determinación. Tomó los frenos de su silla y tiró de ellos con fuerza, anclándola al lugar en el que se encontraba. Se observó una última vez, sintiendo asco por sí mismo, y bajó los pies de los estribos. Nadie le iba a decir lo que tenía que hacer. Él era Benjamín, el mismo hombre que había aprendido a andar en motocicleta pese a los regaños de sus padres. Por eso puso el primer pie sobre el suelo, afianzando el agarre de sus manos sobre los laterales de la silla. Él era Benjamín, la misma persona que se enlistó en el ejército y luchó en mitad de la selva por gente que no conocía. Respiró profundo y se sintió más joven, se sintió de 50. Casi pudo verse a sí mismo con su primer nieto en los brazos, quebrándose un poco y llorando de alegría al saber que su familia comenzaba a crecer. Con calma, puso el otro pie en el suelo porque él era Benjamín, la misma persona que bailaba hasta cansarse con una botella en la mano. Sonrió para sí mismo y se dio impulso, sintiéndose nuevamente de 30 años.

Y se puso en pie...

Elevó su cadera de la silla de ruedas y comenzó a caminar hacia la salida como el hombre joven que siempre había sido en el interior de ese gastado cuerpo. Iría a vivir, iría a sufrir y a ser feliz. Porque nadie le había dicho a qué edad uno está capacitado para hacerlo. Algunos se quejaban de ser demasiado jóvenes y otros, por el contrario de ser demasiado viejos. Lo que era él, Benjamín, simplemente dejaría de quejarse porque, sin importar que mañana no despertara, el día de hoy, como el tiempo, él era imparable.

FIN.

¿Qué les ha parecido la historia? ¿Les ha gustado? ¿No les ha gustado? ¿Debo dedicarme a dejar de escribir y seguir con las reseñas? Saben que todas sus dudas, quejas, sugerencias y amenazas de muerte son bien recibidas en los comentarios y, de la misma manera todas estas serán respondidas con la brevedad posible. 

Sin más qué decirles excepto que vayan a los blogs de mis compañeras y no olviden decirles que yo los envié. 

Saludos enormes,


Espontánea

Autor: Aaron Starmer.
ISBN: 9788494658723
Género: young-adult
Editorial: Océano Gran Travesía.
Número de páginas: 364.
Sinopsis: El último año de escuela para Mara Carlyle transcurre sin sobresaltos, hasta que un día ¡bum!, uno de sus compañeros explota en mitad de la clase. Ése será el primer caso, pero no el último, de una alocada serie de combustiones espontáneas que pondrá en jaque la vida de Mara y el orden normal de las cosas. A partir de entonces, Mara hará lo posible por graduarse de una sola pieza. Y es que su último año está siendo verdaderamente explosivo: tiene que lidiar con una sorpresiva historia de amor, cuarentenas, hongos alucinógenos, blogueros, camiones de helado, Bon Jovi, y las expresiones más groseras que jamás hayas oído decir al presidente de Estados Unidos.
Gracias a Océano Argentina por el ejemplar.

Reseña: Espontánea es una de las novedades de junio de la editorial Océano. Tras leer su sinopsis y ver que había referencias a Bon Jovi y que la premisa inicial parecía bastante interesante me decidí a pedirlo. ¿Cumpló? A medias.

La trama gira alrededor de una adolescente que cursa el último año de secundaria, Mara, a quien no le interesa nada; es un poco egoísta y bastante fanática del humor negro. Vamos, que es el modelo de adolescente del siglo XXI promedio. Un día, así de la nada, una de sus compañeras explota en la clase de cálculo. Desde ese momento, empieza a perder cada vez más compañeros de esta forma, que toma el nombre de Combustión Espontánea: la explosión o incineración de persones sin motivo o razón aparente, y cuyos cuerpos terminan siendo poco más que cenizas.

"Es posible que nunca hayas pensado en lo que mantiene la vida de una pieza. Hasta que, por supuesto, se hace pedazos."

Esta es una novela rara, debo decir que nunca había leído algo que siquiera se asemejara a Espontánea, un libro donde los estudiantes del último curso de una pequeña ciudad empiezan a combustionar uno a uno, y en que su protagonista no siente pena ni lástima por prácticamente ninguno. Creo que esta frialdad egoísta de Mara se puede interpretar como que el autor nos quiere mostrar cómo son muchos de los adolescentes de hoy: se preocupan por su bienestar y poco más. Y, como esa, hay varias críticas a la sociedad de hoy, cosa que me gustó.

Los personajes secundarios son de lo más variado: Tess, la mejor amiga de Mara, es una joven inteligente que quiere llegar lejos en la vida; los mellizos Dalton, dos camellos; Dylan, el novio de Mara, de quien hay muchos rumores sobre su pasado y la agente del FBI Carla Rosetti, que es uno de mis personajes favoritos del libro.

"A veces los motivos son extraños. Pero generalmente tienen sentido cuando se presenta toda la evidencia."

La narración es en primera persona, y rápida. Es un libro tranqui, no hay partes que sean densas o complejas. El problema es que la historia va tan rápido que: primero, nunca entendés dónde va el libro y segundo, cuando llega al final es imposible no sentirse desilusionado. Me pasé todo el libro formulando teorías sobre la causa de las combustiones espontáneas y cuando llegamos al desenlace terminé con inclusive más dudas de las que ya tenía.

En síntesis, Espontánea es algo fresco, que sirve para salir de lo típico en los Y.A. actuales y que se deja leer, pero que sin embargo, nunca termina de aclarar sus intenciones y nos deja con un final que no colabora mucho. Lo recomiendo a los lectores que busquen algo diferente a lo normal.

El efecto elefante

Autor: Marisa Potes.
ISBN: 9789876097062
Género: ciencia ficción, young-adult.
Editorial: Del Nuevo Extremo.
Número de páginas: 408.
Sinopsis: Aunque nadie lo sepa, existe el Cuartel del Tiempo, un grupo de jóvenes que se encargan de solucionar la
s anomalías que se producen en la historia. Para eso, cada uno de ellos debe viajar al momento y lugar en que ocurren y corregirlas.
Sin embargo, las anomalías aumentan, y los agentes tienen que trabajar sin descanso, arriesgándose cada vez más para descubrir qué es lo que las está creando.
Laura, la más nueva de las agentes, se meterá de lleno en esta aventura de arreglar el pasado, para que la historia siga siendo tal como la conocemos.
Porque un pequeño detalle alterado puede desencadenar El Efecto Elefante.
Una novela llena de acción, misterio y romance que te darán ganas de saber más historia, y de tener a mano el control para ser parte de este grupo de aventureros del tiempo. 

¡Gracias a Océano Argentina por el ejemplar!

Reseña: Cuando recibí en marzo el email con las novedades de Océano, no dudé ni por un momento en pedir este libro, con una sinopsis que me recordaba a la serie El ministerio del tiempo y una muy linda portada, llamó enseguida mi atención. Y ahora, mientras escribo la reseña, puedo decir que mis expectativas fueron correspondidas.

La historia nos lleva a Buenos Aires, Argentina, alrededor del año 2006. Laura, una joven estudiante de historia que trabaja en el archivo de una empresa aseguradora, se cruza con un misterioso control que tiene un botón violeta con la figura de un elefante y, al apretarlo, su vida cambia completamente. Se convierte en la nueva agente del Cuartel del Tiempo, una organización que se dedica a arreglar "brechas" en el pasado, viajando en el tiempo y reparando el error. Pero un día, las brechas comienzan a aumentar, y a seguir un patrón...

"No recordar es lo que nos asusta. Porque lo que no recordás, para tu mente no existió. Y vos sos según lo que tu mente dice."

Me encantó la idea base del libro, una organización que arregla errores en la historia argentina, como que la bandera pase a ser de otros colores, o que haya habido cambios en los resultados de batallas como la de Salta o Vilcapugio. Lo que sí, me hubiera gustado que las brechas no se redujeran en su mayoría a las acontecidas en los primeros años del siglo XIX, ya que aunque esto tiene una justificación en el argumento, me habría encantado ver una brecha en la época de Perón, o en la década de los setenta.

Los personajes son de lo más variado: Laura, la protagonista, es una chica como cualquier otra; Mateo es uno de los analistas (quienes no son agentes de campo, sino que se dedican a informarlos de las brechas, y tener un registro de ellas) y es uno de mis favoritos del libro, porque por más que es un tipo con un gran manejo de las ciencias exactas, muchas veces se deja llevar por sus sentimientos, y es ahí donde vemos al verdadero Mateo. Después me gustaría destacar a Renata, otra de las analistas, y a Facundo, un agente que más temprano que tarde se engancha con nuestra protagonista.

"Cómo vivir tu vida era lo que marcaba la diferencia. Efímera, pequeña en el inmenso cosmos del tiempo infinito. Pero tu vida, quizás tu única vida."

La narración es muy fluida, podes leer un capítulo en un suspiro, por lo que considero que es un libro ideal para leerte en un par de tardes, a lo que también contribuye la historia, llena de giros que aumentan el suspenso y la relación entre los personajes. Un pero que tengo que decir, es que el final se me hizo un poco apresurado, y quizás un poco abierto, en veinte páginas se solucionó prácticamente todo, espera una resolución un poco más detallada.

En conclusión, El efecto elefante es una más que recomendada novela sobre viajes en el tiempo con algunos pequeños toques de romance. Lo recomiendo a todos los lectores fanáticos de la ciencia ficción y de la historia, no los va a defraudar.


Bloggscritores 3

Mis muy queridos seres míticos.

El día de hoy vengo a ustedes con un retaso de cinco días en mi post. Se suponía que lo publicaría el 31 de mayo pero, por cuestiones fuera de mi alcance como las compañías de internet y la muerte de mi pc, no he podido postearla hasta este momento. De cualquier forma, agradezco enormemente a mis colaboradoras en esta iniciativa de Bloggscitores por echarme tantas porras en Whatsapp y decirme que no importa el tiempo, sino publicarla y, como es de esperarse, darnos la publicidad merecida. Es por eso que el día de hoy, antes de pasar de lleno a mostrarles mi pequeña historia sobre la palabra conexión, me tomaré el honor de presentar a mis colaboradoras:

https://leiwithmis.blogspot.mx/
Http://julianadelpopolo.blogspot.com
https://entre-cafey-libros.blogspot.com/
http://labibliotecadeailuz.blogspot.com
https://lectorasolitaria09.blogspot.com
http://dimarcheonline.wordpress.com

Como siempre, les recomiendo que se pasen por todos los foros y que, si los visitan, digan que van de nuestra parte. Todas ellas, me consta, son unas genios en lo que hacen. Ya me daré yo a la tarea de leer hoy todos sus escritos que, con toda franqueza, no he tenido tiempo de ver. Pero bueno, sin más qué decir al respecto, aquí les dejo mi cuento que está algo loco y no sé cómo es que ha llegado a la luz.

Conected

No se registra una camaradería como
 la que existía entre Castor y Pólux.

Mitos griegos II.
Robert Graves.

Estaba dormido cuando lo sintió, punzante en la muñeca derecha, como si alguien lo tomara de la extremidad hasta querer arrancársela. Se observó la mano, preocupado ya que el dolor no se detenía. Pese a que ese tipo de cosas le pasaban con frecuencia, Pólux no comprendía por qué. Era como si otra persona, como si un doble, padeciera lo que a él tanto le dolía. Se preguntó mentalmente si cuando a él lo lastimaban, ese otro también lo sentía. Por alguna extraña razón, estuvo seguro de que era el caso. Así que, molesto, tomó la navaja que su padre le había regalado hacía años y se pinchó el dedo. Pero a Cástor no le dolió demasiado. Su padrastro le había dado ya una tunda y dudaba que ese pincho en el dedo pudiera afectarlo más. No creía que haber dejado escapar a los cerdos fuera para tanto, menos si los había recuperado uno a uno antes de que la labor comenzara. Al final del día, no perdió ni tiempo ni cerdos. Sin embargo, como siempre pasaba, su padrastro no tenía compasión por nada. Pese a sus 13 años, el chico debía hacer las cosas como adulto, no había otra manera.

-La zorra de tu madre se largó nada más saliste del huevo y ahora tengo que lidiar contigo. ¡Por lo menos gánate el maldito pan que te llevas a la boca! –era su cuento de todos los días. Era por eso que, con el tiempo, Cástor había aprendido a no reírse sobre el tema del huevo. Cuando era más chico preguntó al respecto, pero lo único que se llevó fueron unos golpes secos y una cara de desagrado. Al pasar de los años, la referencia del huevo le parecía más bien una metáfora para decir que su madre se había ido en cuanto dejó de amamantarlo.

Así que se levantó del suelo, se ató bien las sandalias, y continuó con su trabajo antes de que su padrastro lo reprendiera por holgazanear. Mientras tanto, una vez que el dolor lo había despertado, Pólux también se puso en pie, pero de la cama. Se desperezó y observó a su hermana, Helena, todavía dormida en la cama gemela a la suya de la habitación que compartían. Le acarició el cabello y salió a una mañana fresca. Sabía que el clima cambiaría, como todos los días, que se volvería caluroso, pero al menos podía disfrutar de esto. Respiró profundo mientras una imagen lo asaltaba: un campo lleno de plantas cuyo nombre desconocía, y cerdos que iban y venían en el corral. Por alguna razón, sintió que estaba en casa.

Esa sensación le duró los siguientes 20 días. Pólux cerraba los ojos por momentos, intentando pensar qué era lo que le llamaba, de dónde venían esas imágenes. Incluso cuando sus visiones no eran buenas, se preguntaba sobre su origen. Era demasiado para él, un simple chico de ciudad a sus 13 años. Es por eso que ese día, cuando sintió que no pudo más, tomó sus cosas, empacó unas cuantas prendas y se despidió de su familia. Necesitaba salir a encontrar esa parte que sentía que le faltaba, fuera cual fuera. Necesitaba sentirse medianamente completo o, por lo menos, no sentirse tan perdido. Por otro lado, a unos 80 kilómetros de la ciudad, Cástor recibía otra tunda con un palo por vender una cabra sin permiso. Su padrastro había estado enfermo y, sin dinero, el muchacho se había visto forzado a vender la susodicha cabra y comprar unas hierbas. Claro que, en ese momento, mientras se dolía, tumbado en el suelo, se arrepentía totalmente de haberlo ayudado. Ahí dolorido, Cástor jamás se imaginó que alguien había salido en su búsqueda.

Los años pasaron, como todo en la visa. Cástor siguió trabajando la tierra bajo la estricta mirada de su padrastro mientras Pólux conocía lugares y gente, viajaba siempre protegido por la olímpica mirada de su padre a quien a veces dedicaba libaciones y hecatombes pidiéndole que lo ayudara en su búsqueda. Y así lo hizo, pero hasta tres años después, cuando Pólux casi se daba por vencido. Un hombre, un tal Jasón estaba reuniendo un grupo de personas para ir en busca de del Vellocino de Oro. Durante la noche, su padre se le apareció en sueños y le dijo que se enlistara con dicho hombre, que se uniera a él en una última aventura antes de que todo terminara, antes de que volviera a casa con Helena y  siguiera su vida de forma normal. Y eso hizo Pólux, al siguiente día apareció en el muelle, buscando a Jasón, y le dijo que se enlistaba. Jasón lo miró sin entender nada y alzó una ceja.

-Quedó claro la primera vez que me lo dijiste, muchacho –aseguró, confundiendo a Pólux con Cástor ya que este segundo, tras la inminente muerte de su padrastro el día anterior, se había sentido en la necesidad de salir a buscar aventura, de salir a buscar el propio rumbo de su vida. De cualquier forma, ya que Pólux no entendió el comentario, fue a apuntarse en la lista con el segundo de a bordo y se recargó contra la baranda del muelle, esperando por abordar.

Fue ahí cuando la mirada de ambos se cruzó. Era exactamente el mismo tono de ojos y la misma forma, sólo que había algunas diferencias. Cástor tenía la piel tostada por los años en el campo y su cabello era algo más oscuro, mientras que Pólux tenía unos rulos dorados que sacaban destellos con el reflejo del sol. En la distancia se estudiaron de los pies a la cabeza. Su complexión era la misma, pese a que Pólux no había trabajado demasiado su cuerpo. No se podría decir quién de los dos era más alto. Sin poder evitarlo, ambos se sonrieron cuando sus miradas volvieron a cruzarse. Entonces Cástor se acercó a Pólux y le dio un golpe seco y juguetón en el hombro.

-Me dolió el dedo esa vez –renegó a modo de broma.

FIN.

¿Qué les ha parecido? ¿Les ha gustado? ¿Debería retirarme del negocio? Como sea, saben que espero sus comentarios más abajo y que, además de leerlos todos, prometo comentarlos uno a uno ya que siempre son agradecidos. Por lo demás, sólo me queda aclarar que nada de esto está apegado a la mitología “oficial” así que le recomiendo a mis haters que no comiencen con lo de las edades de los gemelos y esto y lo otro. Y sin más qué decir por el momento, espero en serio que les haya gustado. Además les recuerdo que se pasen a las historias de mis compañeras y les dejen bellos comentarios.

Saludos enormes,



La venganza del tigre azul

Autor: Eduardo González.
ISBN: 9789504656050
Género: young-adult, fantasía.
Editorial: Loqueleo.
Número de páginas: 128.
Sinopsis: Valentín despierta con una extraña sensación. Está flotando. Emerge de un abismo donde la muerte lo roza y vuelve a la vida. Un nuevo corazón se instala en su cuerpo. ¿Quién será su dueño? ¿Es eso lo que explica su nueva forma de pensar y de ser? ¿Es eso lo que impulsa sus ganas de separarse de Vera? Valentín debe enfrentar una verdad que lo atormenta y lo conduce a una peligrosa venganza.

Historieta y texto dialogan con elegancia, mientras tigres azules amenazan con cruzar los límites de la ficción. 

¡Muchas gracias a Loqueleo por el ejemplar!

Reseña: La venganza del tigre azul es una novedad de mayo por parte de Loqueleo, una editorial que últimamente me viene enviando varios libros de muy buena calidad, y este, como no podía ser de otra forma, sigue la misma línea, mejorándola incluso.

Valentín es un joven que sueña con jugar en la NBA, pero un día su corazón empieza a fallar y es sometido a un trasplante que llega de un donante anónimo. A partir de ese momento, comienza a sentir muchos cambios: en su forma de ser, de pensar, en sus gustos y hasta en cómo ve la relación que tiene con su novia Vera. Y así, ayudado por el libro El conde de Montecristo (uno de mis favoritos, por cierto), por su doctora, un librero y unos misteriosos sueños que tiene donde aparece un tigre azul, tratará de descubrir la verdad.

"Solo podemos enamorarnos de nuestras ideas, porque con ellas vamos a construir un mundo mejor, y de nuestras armas, porque es lo único que nos va a mantener con vida."

La historia me sorprendió bastante, debido a que junta temas que me gustan como el básquet con la literatura, y toca otros que creo que son necesarios para la sociedad actual como el bullying, además de que algunas partes del libro son narradas en formato historieta, cosa que voy a desarrollar un poco más adelante.

En la primera parte uno no tiene mucha idea de lo que está pasando, y yo formulé varias hipótesis, de las cuales ninguna fue verdad 😂, así que considero el hecho de que la trama no sea previsible como un punto a favor, a esta altura son pocos los libros de los cuales uno no sabe cómo va a terminar leyendo un par de capítulos.

"Todo mal tiene dos remedios; el tiempo y el silencio."

Los dibujos sinceramente me encantaron, no me esperaba que fueran tan buenos, creía que iban a ser más de relleno pero por suerte me equivoqué: la mayor parte de la recta final del libro está narrada solamente en este formato, decisión que considero más que correcta.

La narración es rápida, fluida y no se anda con vueltas. Es un libro excelente como para leer en una sentada, ya que no sólo se lee rápido, sino que la historia es absorbente, tiene unos personajes interesantes y una vuelta de tuerca promediando la mitad del libro que a mi me gustó mucho. Lo recomiendo a cualquier tipo de lector, La venganza del tigre azul resultó una de las mejores sorpresas para mí de lo que llevamos de 2018.

Quizás en el tren

Autores: Martín Blasco y Andrea Ferrari.
ISBN: 9789504655053
Género: young adult.
Editorial: Loqueleo.
Número de páginas: 144.
Sinopsis: Alma -o Jiang Li para su familia- tiene diecisiete años. Vive en el barrio chino de Buenos Aires, acaba de enfrentar una mala experiencia amorosa y se siente sola. Jorge tiene treinta años, roba celulares en los trenes y tampoco pasa por su mejor momento. En apariencia no tienen nada que ver. Pero se cruzan. Una vez y otra vez.
Una novela a dos voces sobre las posibilidades perdidas y encontradas o lo que pasa cuando pensamos que nada está pasando.
Muchas gracias a Loqueleo Argentina por el ejemplar. 

RESEÑA: Si hay algo que me encanta de los libros de Loqueleo, es la variedad de historias que tienen, hace poco estaba leyendo Leyra, una novela de misterio, y antes alguno con toques más de ciencia, como Lo que guarda un caracol, y ahora les traigo la reseña de un YA con pequeños toqes de romance escrito a cuatro manos: Martín Blasco (de quien leí La oscuridad de los colores) y Andrea Ferrari (leí Las marcas de la mentira), dos autores que en su momento tuve que leer para el colegio y que me gustaron.

La historia gira alrededor de Alma, una joven que vive en el barrio chino con su familia, que proviene de China, quien no tiene una relación muy fluida con sus padres, en parte debido a su "primo" Quiang y que además viene de una mala experiencia romántica, y de Jorge, que se dedica a robar celulares en el subte de Buenos Aires para después revenderlos. Un día, estos dos peculiares personajes se cruzan...

"El extraordinario poder de la seguridad. Si se está seguro, se puede ir por el mundo sin límites. Actuar con seguridad es la clave."

No puedo extenderme más hablando de la trama porque al ser un libro corto tengo que cuidarme en lo que digo para no spoilear nada. Me gusta la variedad de temas que se tratan: el choque de culturas argentina-china, motivo porque Alma se siente más argentina que china, todo el trasfondo del robo de celulares y la forma en que la gente lo ve...

Este no es un libro romántico, al menos no explícitamente. El romance es un tema que se trata, pero, salvo contadas ocasiones, no es algo que haga que la trama avance. Y eso me gusta, porque permite que podamos conocer otros aspectos de los personajes, como la relación que tienen con sus familias.

"¿No será más bien que esa culpa, ese hacerse responsable, es una forma de sentir que las cosas están bajo control, que lo que sucede, por terrible que sea, al menos es por nuestro mérito o por nuestra culpa, porque lo duro es reconocer que las cosas suceden y ya, que no tenemos poder sobre nada?"

La narración se divide en un capítulo de Alma, seguido por otro de Jorge y así sucesivamente hasta el final. A mí me gustaron más los de Jorge, porque se habla un poco acerca de celulares y tecnologías, que es un tema que me interesa y me gusta.

Al ser un libro corto dividido en bastantes capítulos, Quizás en el tren es el candidato ideal de libro para ser leído en una tarde aburrida, porque es disfrutable y se deja leer, solamente me hubiera gustado un poco más de desarrollo en la "relación" entre los protagonistas. Así que recomiendo este libro a todo aquel que busque una lectura buena y más ligera de lo habitual.