Fahrenheit 451

Autor (es): Ray Bradbury
ISMB: 978-840-142-1105
Género: Distopía
Editorial: Plaza & Janes Editores
Número de páginas: 184 páginas
Saga: No la necesita
Sinopsis: La crítica dice de Bradbury que es: "de lejos el mejor escritor de ciencia ficción", lo cual viene avalado por la calidad de su obra- "The Illustrated man", "The silver locusis", The golden apples of the sun", Something wiked this way comes". Con Fahrenheit 451 nos ofrece la novela de un extraño y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios, sino la de provocarlos para quemar libros. Porque en el país en que vive Montag está terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar. Porque leer impide ser feliz. Y en el país en que vive Montag hay que ser feliz a la fuerza. La obra ha sido llevada a la pantalla con Julio Christie y Oskar Warner como protagonistas. 

¡Mis queridos seres míticos! Como se los dije, este año he estado -y estaré- un poco ausente del blog pero no por eso los he dejado ni un momento. Sigo subiendo contenido a las redes sociales, como la foto que aparece arriba y que es un adelanto de lo que verán esta semana; además de que respondo constantemente todos los comentarios que me dejan en las entradas. No me voy a ningún lado, tan sólo continúo con la edición de imágenes que cayeron dentro del blog, lo mismo que editando contenidos para que todos ustedes tengan lo mejor de lo mejor a la vista. Pero bueno, dejando de lado los anuncios regulares, es momento de que entremos de lleno en la reseña. 

 Fahrenheit 451:
 la temperatura a la que 
 el papel de los libros 
 se inflama y arde. 

Comenzaré con una pregunta que espero que piensen a profundidad: ¿qué estarían dispuestos a hacer por un libro? O una segunda: ¿morirían por él? Estas son las cuestiones a las que el protagonista de la novela de Ray Bradbury se enfrenta, Guy Montag. Él, que vive en este mundo distópico donde los libros están prohibidos, cuya profesión es ser bombero y quemar todos esos textos que pueden hacer a la gente pensar y por ende ser infelices; llega un día en el que se pregunta por el contenido de los libros y se anima a leer uno. Así, su vida se pone de pies a cabeza en dos segundos, apenas pasa las páginas e intenta pensar en lo que está leyendo. A grandes rasgos esta trama parece casi un chiste, casi divertida, pero lo cierto es que deja demasiado a qué pensar. El autor se esmeró de verdad en dar un nuevo toque a un tema tratado por otros. Orwell lo hizo en su 1984, o Huxley en su glorioso Un mundo feliz. Pero Bradbury enfrenta lo ya conocido desde una perspectiva que hasta el momento yo no había leído.

 Somos miles de millones, es 
 excesivo. Nadie conoce a nadie.

 Ray Bradbury, Fahrenheit 451 (trad. Alfredo Crespo). 
 Plaza y Janes Editores, Barcelona, 5ta. ed., 1988, p. 27.

Es momento que hable un poco del entorno en que Ray Bradbury nos introduce para que comprendan las diferencias. No se las diré para que, como el mismo Montag nos lo dice, pensemos un poco al respecto. Para comenzar con este punto, tenemos un lugar donde lo más importante es la "familia". Y por ese término me refiero a cuatro paredes con televisores que las abarcan enteras, mismas en las que se proyectan de forma continua un montón de personas virutales que te dan "noticias" y te presentan los programas de chismes a gritos. Tal cual. Esa es la familia a la que todos aman, escuchan y por la que se preocupan. En el caso particular de Mildred, esposa de Montag, su preocupación más grande es poder comprar la cuarta pared de su sala de estar porque la programación en sólo tres no le parece suficiente. Ahora bien, las entretenciones de este mundo son variadas. Van desde conducir a más de 100 kilómetros por hora atropellando gente en la calle (locos, ya nadie camina en ese tiempo), hasta vivir (¡VIVIR!) con un auricular en el oído, ignorando a las personas de carne y hueso, porque prefieres por mucho darle oídos a tu "familia". Se ha convertido en cosa extraña caminar por la calle, o hablar entre parejas, y ni qué decir de sentarte en silencio. Todo es ruido, todo es eso que te procura la felicidad sin pensar demasiado en nada, porque el que piensa se preocupa, y el que se preocupa es infeliz. Han quedado de lado las escuelas, los profesores, los títulos universitarios. Todo lo que necesitas está al alcance de la mano, en una pantalla, en un tiempo corto (porque ya nadie espera o tiene paciencia). ¿Les suena vagamente familiar?

 A veces pienso que los conductores 
 no saben qué es la hierba, ni las flores, 
 porque nunca las ven con detenimiento. 

 Ibid., p. 19.

Sobre los personajes no tengo demasiado qué decirles pero sí quiero concretarlos para que entiendan un poco más sobre el texto. Ya les hablé de Montag, este hombre que comienza a leer y abre los ojos a este nuevo mundo lleno de altas y bajas, lleno de posibilidades. Lo que no les especifiqué es que tiene esta esposa, Mildred, que ama más a las tres paredes-pantalla de su sala de estar que a su esposo. A grandes rasgos, es la que introduce al lector al mundo en el que Bradbury nos quiere llevar. Ella sigue las reglas porque es lo correcto, aunque a veces se sienta mal y se tome todo el envase de pastillas a tal grado que su marido deba llamar una ambulancia; ella está "bien" y tiene "amigos". Aunque también aparece el capitán Beatty, el jefe de Montag en la estación de bomberos. Es, creo yo, el personaje que más llamó mi atención. Se trata de un hombre que ha leído. Conoce los libros y a veces los cita en voz alta, pero siempre los pone como ejemplo de algo malo. Es un hombre inteligente cuya postura no logré descifrar del todo. Contrario al viejo profesor que ayuda a Montag en su aprendizaje. Él es la cara del miedo que una persona puede tener ante la adversidad y eso se nota desde su primera conversación con el protagonista. No por eso, desde luego, se trata de un mal personaje. Hace pensar a Guy y, de forma indirecta, nos hace pensar a nosotros. 

 Tiene que haber algo en los libros, 
 cosas que no podemos imaginar para hacer 
 que una mujer permanezca en una casa que arde. 
 Ahí tiene que haber algo.
 Uno no se sacrifica por nada. 

Ibid., p. 63.

Es necesario que ahora hable de lo que más me ha gustado del libro o siento que estallaré. La verdad es que me ha dejado un extraño sabor de boca. Por un lado, me deja esta esperanza revolucionaria que suelen dejarme este tipo de libros; por el otro, me siento algo decepcionada. Aclaro que no es decepción del escrito, sino que lo que me hizo pensar. Al inicio de la reseña les pregunté qué están dispuestos a arriesgar por un libro. Durante el texto vemos lo que Guy Montag y algunos profesores de universidades arriesgan o no por ellos. Pero luego pienso en el mundo entero. ¿Otros estarán dispuestos a arriesgar aunque sea un poco o serán como Mildred, que vivirán para comprar otra pared-pantalla para evadir la realidad? Es complicado porque Bradbury escribió este libro hace mucho y, sin embargo, yo lo veo cada día más actual..., cada día más cercano. La gente en el presente se evade viendo memes, viendo YouTube, (que no digo que distraerse esté mal) al grado de olvidarse de su realidad. Existen escenas dentro del libro donde se admira a la naturaleza y me doy cuenta que he escuchado esos comentarios de mis familiares, de algunos conocidos... Me preocupa. Claro que, ese es el punto de este maravilloso libro, hacernos pensar. Es por eso que, ya para terminar, se lo recomiendo a todos aquellos por encima de los quince años que quieran abrir su mente un momento. De la misma manera, recomiendo a todos los lectores que intenten leerle aunque sea algún pasaje a las personas que afirman que los libros no son para ellos. Se lo recomiendo a todo el mundo. A los que tienen el valor y a los que tienen miedo (para que en Fahrenheit 451 encuentren su valor). Les prometo que no se van a arrepentir ni un poco.

Saludos enormes,