El viejo y el mar


Autor (es):
Ernest Hemingway
ISMB: 978-607-317-837-2
Género: Novela
Editorial: DeBolsillo
Número de páginas: 159 páginas
Saga: Nunca
Sinopsis: Santiago, un pescador anciano de la Habana, en Cuba, se embarca en su día 85 de mala suerte a probar en el mar una vez más. Sin embargo, no contaba con que la naturaleza es mucho más sabia de lo que jamás será el hombre.


Mis queridos seres míticos, yo de nuevo por aquí, intentando ponerme al día con todas las reseñas que sé, todavía, les debo. Pero bueno, por hoy les traigo una reseña de un libro que, en lo personal, me llama mucho la atención. Esta edición en particular me es muy entrañable porque fue un obsequio de una increíble maestra que tuve a lo largo de la universidad y que, con el paso de los años, se volvió una entrañable amiga. Si llega a leer esto algún día, a mi Santiago personal, muchísimas gracias. Pero es momento de dejar al lado los sentimentalismos, ponernos en modo Hemingway, y entrar de lleno en la reseña.

He de comenzar hablando de la edición en sí misma. Físicamente consta de una letra clara y grande que las personas con miopía y astigmatismo agradecemos por montones, de tal manera que no cansa para nada. Por si eso fuera poco, cuenta con un hermoso prólogo de Juan Villoro que, en serio, aporta mucho al libro en general. Si bien, advierto, da algunos spoilers -sobre todo para los que jamás se han acercado a este escrito-, también ayuda a comprender esas sutilezas que Hemingway tiene para nosotros a lo largo de todo el escrito.

 ¿Por qué habrá pájaros tan finos y delicados 
 como las golondrinas de mar cuando 
 el océano puede ser tan cruel? 

Ernest Hemingway, El viejo y el mar (trad. Miguel Temprano García).
DeBolsillo, Ciudad de México, 2da ed., 2019, p. 53.

Por algún motivo siento que cada que se habla de Hemingway se dicen montones de cosas técnicas respecto a él, e intentaré no hacer eso. Hay estudios, tesis enormes, sobre su obra y vida. Pero como es bien sabido, yo lo que deseo es transmitirles mi amor por los libros de esta manera de fan, como la lectora que soy más que como la profesora o literata. Así que intentaré mantenerme en esa área y disculpen si salto mucho a los tecnicismos. 

De los personajes, pese a que no se sabe mucho de ellos, tengo demasiado qué decir. Comenzaré con el muchacho de 22 años llamado Manolin, quien solía acompañar al protagonista a pescar. Me parece un chico noble que está entre la espada y la pared, entre esa necesidad de complacer a su padre y aquello que le dicta el corazón. Creo que, por la edad que tiene, muchos muchachos se sentirán identificados. ¿Hacer lo que es debido, o hacer lo que se desea? ¿Entrar a una carrera que odio y me dará millones, o seguir mi sueño? Si bien parece que el personaje se concentra en la pesca, en algo básico y diurno, la realidad es que, al extrapolarse (exagerar los límites), podemos ver que el mismo llega mucho más lejos y puede aplicarse a manera de metáfora en la vida cotidiana. 

 Nadie debería estar solo de viejo, pensó. 
 Pero es inevitable.

Ibid., p. 74.

Luego aparece Santiago mismo, ese anciano, viudo, sumamente cansado, que pesca a la antigua mientras la tecnología pesquera avanza. Él se queda atrás porque es lo que sabe y conoce. Tiene las manos encurtidas, llenas de cicatrices del sedal. Es fanático del baseball, con el que acalla sus pensamientos, como un hombre recio y poderoso de su época. A lo largo de la novela poco habla de sentimientos. Y no se piense que es por machismo ni mucho menos, es sólo el reflejo de la sociedad de su tiempo, de aquello que el hombre debía de ser, incluso si tenía montones de cosas en la cabeza. Es un hombre que va a la par con la naturaleza, que presenta sus respetos a los animales que la habitan. Tiene un montón de sabiduría que comparte con nosotros a lo largo del escrito mediante frases contundentes y bien trabajadas.

Como se pueden dar cuenta, estos personajes pueden ser cualquier persona, se pueden adaptar a cualquier entorno. No se trata sólo de pescadores, son seres que se enfrentan a situaciones y que tienen que sortearlas de distintas maneras y de acuerdo a sus posibilidades y lo que llevan aprendido en la vida. Y creo que ahí está el valor de la novela misma. Es un libro que trata de la existencia, de la humanidad que nos rodea. Trata de todos y cada uno de nosotros en diferentes niveles y etapas. 

Sobre el resto no hablaré. No diré nada sobre Joe DiMaggio y el baseball, no diré nada sobre las ideas referentes a Moby Dick, sus similitudes y diferencias. Creo que ya hay muchas personas que hablaron al respecto, que hicieron maravillosos estudios sobre el tema. En realidad, se trata de un libro bien hecho. Se nota la madurez del autor en ese punto de su vida, ese resurgir como Santiago luego de una dura y larga batalla que casi lo lleva a la locura.

 —Pero el hombre no está hecho 
 para la derrota— dijo—. 
 Al hombre se le puede destruir, 
 pero no derrotar.

Ibid., p. 134.

Ahora bien, para terminar, es momento de que lo recomiende a las personas y, sinceramente, se me complica mucho. Dudo que un chico en la adolescencia pueda comprender. No digo que no exista un adolescente ejemplar que lo entienda y adore, pero la mayoría no lo hará. Así que, si debo recomendarlo, se lo recomiendo a quien sea que crea que no puede seguir adelante, que la vida lo ha vencido. Se lo recomiendo a los que piensan que algo no es para ellos, no porque no tengan talento o las capacidades, sino porque el universo parece conspirar contra ustedes. Y ahora les pido un favor. Si en algún momento se topan con el libro, comienzan a leerlo y deciden dejarlo, no se deshagan de él. Crezcan un poco, sean una fruta un poco más madura y luego vuelvan. Les garantizo que algo habrá entre sus páginas que los haga recordar los momentos malos y cómo terminaron por volverse Santiago.

Saludos enormes,