ISMB: 987-968-5208-58-1
Género: Cuentos.
Editorial: RM.
Número de páginas: 169 páginas.
Saga: No.
Sinopsis:“Raras veces se encuentra, como con Juan Rulfo sucede, un cuentista cuyas obras alcancen, todas, la plenitur”, decía José Mancisidor el 15 de noviembre de 1953. Añadía que Rulfo se había “plantado, en seguida, en un sitio primero (dicho sin hipérbole) en las letras nacionales. Porque su Llano en llamas es una de esas pequeñas grandes obras que queda, para siempre, como un jalón de literatura de un país”. 60 años más tarde, en 2013, Chris Power, crítico del diario inglés The Gardian, se extendía sobre El llano en Llamas para llegar a Pedro Páramo y resumir: “se puede leer la breve pero densa obra de Rulfo en un par de días, aunque eso sólo significa dar el primer paso dentro de un territorio todavía por conocer. Su exploración es uno de los viajes más extraordinarios de la literatura”.
Hola, lectores del inframundo.
¿Qué tal llevan nuestro reto hasta ahora? Fuera de un par de tropiezos, todo va de maravilla por acá. Estamos a poco de terminar pero no por eso hemos bajado del todo la guardia. ¿Qué les parece nuestro skin? Bueno, dejando todo esto de lado pasemos a la reseña de este día. Es un orgullo para mí presentárselas porque, como todo este mes, volvemos a hablar de un grande de la literatura de mi país. Me gusta porque es una forma de darse cuenta que no todo se trata de Estados Unidos, que los latinos también tenemos buenos productos dentro de lo que cabe. Sin más, comencemos.
El llano en llamas es una compilación de cuentos de Juan Rulfo. Podrían parecer pocos, pero lo cierto es que, como en la sinopsis de arriba, se confirma el hecho de que todos ellos son concisos con ganas. No se necesita más. Todos comienzan y terminan dejándonos esa sensación de lleno que pocos logran con su obra. Además, por ese hecho de que los cuentos son más bien cortos, es sencillo de leer como libro, como conjunto. No se necesita demasiado tiempo para degustarlo. Eso sí, uno necesita mucho antecedente. Supongo que ahí radica su dificultad de lectura. Con todo lo que pasaba en época de Rulfo, uno necesita sumergirse un poco en esos asuntos para entender ciertos aspectos que el autor nos quería transmitir. No por ello, claro, deja de ser un buen libro. Para todos aquellos que no saben demasiado sobre los pormenores históricos en los que se encontraba Rulfo para escribir sus obras, me parece que les sirve como ejercicio cultural. Seamos sinceros, en algún punto de nuestra vida este era nuestro país, esta era nuestra forma de vivir y no por eso nos demerita como país en desarrollo. En lo personal, cuando lo leí por primera vez hace mucho tiempo, me sirvió para darme una idea de lo que se escondía detrás de ese estereotipo que el mundo tiene del mexicano, de ese “chaparrito moreno vestido de zarape y huaraches”. Rulfo nos muestra hombres que, dentro de su ignorancia también piensan y se plantean cuestiones complicadas que uno prefiere enfrentar de otra manera. Con personajes aferrados a una fe que muchas veces les falla, nos muestra un mexicano guerrero que lucha por lo que le parece mejor aunque no comprenda bien de política. A que con esta diferenciación no nos sentimos tan lejos de los personajes de Rulfo, ¿verdad? Creemos que hemos evolucionado y sin embargo nos siguen moviendo los mismos sentimientos que a estos seres imaginarios.
De los personajes como tales tengo poco qué decir sin comenzar a describir cuento por cuento. Son personas normales, personas salidas de pueblos pequeños dónde todos se conocen mutuamente y se saludan por sus nombres todas las mañanas. En pocas palabras, son el origen de toda gran ciudad. Son personas que temen y no comprenden del todo lo que pasa a su alrededor. ¿Qué es la revolución y en qué les beneficia? ¿Qué les dejará cuando se haya ido? Aspectos como esos son los que maneja Rulfo de la mano de personajes complicados pese a su escaso trasfondo, o el escaso que nosotros le conocemos. Además, pinta un México muy del norte. Lo siento, pero estas son mis raíces y este, particularmente, es un libro que me hace sentir en casa.
Rulfo nos muestra un México desértico, con poca agua y lluvia, lleno de polvo todo el tiempo para donde sea que se vaya. Es así como me imagino el lugar dónde ahora vivo. Dudo que en el pasado, previo al drenaje, fuera sencillo conseguir agua en mitad de la nada. Lo que me lleva a recordar recomendarles tener un gran vaso de agua helada cerca mientras leen. Al menos a mí me ayudó mucho a ese respecto. Pero bueno, siguiendo, diré que el libro transporta por completo a ese pasado de mis tierras y dominios mortales que simplemente me hizo mantenerme al filo del escrito.
Otro aspecto importante, dejando todo el fanatismo de lado, es esa magia que está siempre alrededor de las personas y eventos que se suscitan. Uno no entiende muy bien si es un cuento meramente real o tiene algo de maravilloso o fantástico. Nos deja esa incertidumbre impensable que nos mantiene leyendo. Si las cosas se ven como completamente ciertas muchas veces son más aterradoras que si se ven simplemente como ficción. Les dejo esto de tarea para ese momento en que gusten leerlo y que pasen a comentarlo. Claro que también hay cuentos completamente reales, tal es el caso de “Luvina”, cuya historia es una notoria crítica al gobierno de ese tiempo.
En aspectos generales tengo que transcribir algunas anotaciones que hice mientras lo leía. Por ejemplo, que este libro tiene pequeñas referencias a lugares de Pedro Páramo, volviendo el Llano en llamas una especie de continuación de su mundo. Otro es que Rulfo tiene frases de entrada a los cuentos tan concisas que incitan a seguir leyendo. Sus primeros renglones (a veces incluso sólo palabras) son tan impactantes y definitivas que uno simplemente no puede parar. También, a veces me recuerda un poco a la trama de los Simpsons. Comienza con un tema y termina con otro, hilando el camino como si fueran completamente iguales.
Ya para terminar, les diré mis cuentos favoritos de esta obra: “Es que somos pobres”, “Talpa” (gracias a Diego Ordaz por el eterno trauma y fanatismo con este cuento) y “En la madrugada”. Sin duda, a su manera, estos tres cuentos, y “Luvina”, me han dejado huella.
Así que le recomiendo este libro a todo el que quiera conocer un México antiguo y maravilloso, a todo el que como yo esté orgulloso de sus orígenes, pero más que nada, a los que quieran conocer una cultura aparentemente lejana y no les moleste investigar un poco al respecto. Es una lectura algo pesada para un adolescente pero sin duda un adulto puede manejarla.
A todos los que ya lo leyeron, ¿qué les parece? Sin dar spoilers, ¿lo recomiendan? Recuerden que los leo en los comentarios.
Saludos enormes,
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